Wong Kar Wai: Escuchar con los ojos y ver con los oídos

Poesía visual de una lírica melancólica

Cuando piensas en una película de amor es probable que recuerdes actores icónicos deteniendo aviones, bailes coreográficos, discursos, juramentos de amor eterno y un beso al final del film. Hollywood nos tiene muy acostumbrados a su receta de cine y clichés del romanticismo. Sin embargo, muchos no estamos satisfechos con estas historias de amor.  Despegar la mirada del cine norteamericano nos puede llevar a grandes sorpresas. Encontrar o más bien reencontrarnos con películas de amor hechas de nostalgia que al verlas casi parecen ser un recuerdo personal de vidas y sentimientos pasados es lo que propone Wong Kar Wai en sus películas.

Nacido en Shangai el 17 de julio de 1958. Emigró a Hong Kong a los cinco años de edad y tuvo que adaptarse a una nueva vida e idioma, cantonés. Se graduó de la Universidad Politécnica de Hong Kong como diseñador gráfico en 1980, se inscribió en el Curso de Capacitación en Producción y se hizo guionista de televisión. Nunca estudió una carrera de cine como tal. Esto no fue obstáculo para realizar innumerables películas aclamadas por la crítica y llegar a formar parte del jurado del Festival de Cannes.

Wong Kar Wai es considerado el director más romántico de los últimos tiempos. Basta con admirar una escena, para percibir a un cineasta diferente y fuera de lo común. Desde su ópera prima “El Fluir de las Lágrimas” (1988) drama criminal comparado con la icónica película Taxi Driver, “Chungking Express” (1994) un film sobre la obsesión del amor y monólogos visuales, “Ángeles Caídos” (1995) cargada de drama y acción nocturna son obras singulares y románticas con rasgos melancólicos. Mientras que en “Happy Together” (1997) narró una historia de amor homosexual ambientada en Argentina. Más adelante, con mayor experiencia rodó “2046” (2004) un drama romántico de ciencia-ficción con el cual cerró una trilogía tras “Días Salvajes” y “Deseando Amar”.

El cineasta originario de Shangai, muestra a personajes solitarios en una búsqueda de amor muchas veces sin encuentro. Explorando la vida en Hong Kong, refleja la intimidad psicológica de sus protagonistas, con saturaciones nocturnas y lluvias tormentosas. El director logra nuestra empatía con el anhelo de los personajes. Sin darnos cuenta, estamos atrapados en un recuerdo casi nuestro, viviendo en la nostalgia y revelando al espectador que a veces el tiempo no cura todo y vivir del pasado es otra forma de vivir en una ciudad cosmopolita.

La música es parte de su sello personal. Imita la sensación de un videoclip junto a melodías populares como pop cantonés, jazz, música latina y boleros románticos. Las canciones complementan los encuentros fugaces de la noche. Los bailes y movimientos de los actores desbordan una sensualidad física necesaria para entender el deseo que surge entre los protagonistas. La música le da ritmo a la manipulación de fotogramas a la que Wong Kar Wai nos tiene acostumbrados. Acelerando e invirtiendo el tiempo para generar un vértigo sensorial. Siendo un referente mundial por la forma en que contrapone el tiempo y la velocidad para alejar a los personajes del mundo.

Con una narrativa sin inicio o final aparente sus películas son circunstanciales de la necesidad de dos solitarios por encontrar compañía y con la misma naturalidad vuelven a sus mundos. Su filmografía es una red de recuerdos con finales abiertos y un collage de texturas casi tangibles como la vida misma.

Actualmente, el maestro Wong Kar Wai prepara el estreno de su primera serie Blossoms Shanghai, donde un enigmático millonario consigue ascender en la escala social de Shanghái a lo largo de su vida. La novela está ambientada en la época de los noventa. Paralelamente, prepara “Chungking Express 2020” una secuela de sus primeras películas. Considerando las obras de arte a las que nos tiene acostumbrados no podemos esperar por el estreno de estos proyectos y las nuevas propuestas audiovisuales que nos plantee.

El amor es un oasis del tiempo, tener la oportunidad de ser felices y no conseguirlo, ver lo que fue y no tocar lo que será, reflexionar sobre estos dilemas es lo que te permite esta amplia filmografía.

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Nataly Herrera Me apasiona el cine, los proyectos experimentales, ver las estrellas, Soda Stereo y Pink Floyd.
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