“Tienes que decidir si quieres contar una historia o un mensaje, si no te va salir un panfleto”

Entrevista a Regina Limo

Regina Limo es dramaturga, guionista y narradora. Es bachiller en literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. También ha sido finalista de la XVII Bienal de Cuento Premio Copé en el año 2012, y de El cuento de las Mil Palabras en el 2013. En esta ocasión nos platica sobre su traslado al medio audiovisual, su trabajo en la serie web “Con mi novio no te metas” y la equidad de género en los medios audiovisuales.

¿Cómo se define Regina Limo?

Soy escritora, ahorita me defino por mi trabajo y estoy en varios proyectos. Pero bueno, yo soy egresada de literatura. Si hubiera escuela de escritores hubiera llevado, pero me metí a estudiar literatura que es lo más a fin que hay; tampoco hay escuela de cine ni guion. Lo que hago es escribir y escribo de todo, lo que me pidan, pero lo que me gusta escribir y lo que trato de trabajar es en creación de historias: Guiones, ya sea para televisión o proyectos del tipo audiolibros, películas o series y he escrito telenovelas también.

¿Reconoce el instante en que decidió ser escritora?

Si. Reconocer lo que me gustaba hacer contar e inventar historias, en pensar en posibilidades. Se me dispara la imaginación pensando en cualquier cosita y de ahí voy pensando en posibilidades a donde puedo partir de una situación, cualquiera, puede ser cotidiana o fantástica, y eso me pasa desde que era niña. Lo canalicé en esta vocación.

En mi familia leer es muy común, porque se creía que la lectura era un medio de culturizarse, pero más que nada, en la práctica, era más bien por placer. Se leía comics, novelitas de misterio. Siempre he sido acostumbrada a leer por placer. Eso ha generado que me guste escribir pensando en contar una historia que sea agradable o venderla. Mi familia estimulo bastante esa vocación

¿Podría comentarnos de sus primeros años de universidad?

Ha sido un poco accidentado ya que he dejado la universidad un par de veces. Debí terminar en el 2005 o 2006 y he terminado el 2011. Me he retirado un par de veces de la universidad. Han sido un poco tranquilos, no me ubicaba ya que la carrera de literatura en San Marcos es teoría, análisis, critica, estudio de los discursos, teorización sobre las novelas, la literatura en general, etc.

Es un poco a querer ser cocinero y estudiar nutrición. Finalmente, lo que se dedica a estudiar el nutricionista es qué esta hecho el objeto, como funcionan sus alimentos y sus utilidades. Lo que hace el cocinero es algo distinto: Busca crear una comida, que cumpla si los estándares de nutrición, pero que sea agradable al paladar y que te genere una especie de goce; lo que hacemos masó menos quienes escribimos, buscamos algo que atrape a ese lector a ese espectador, que le guste y se identifique con ese contenido. Estamos más orientados al campo creativo y literatura en San Marcos es mucha teoría, no me hallaba mucho y en un momento pensé dejar la carrera, pero ya había dejado periodismo antes, así que terminé y continué más que nada porque para trabajar necesitas tener tu cartón.

Cómo fue su primer traslado al formato de guion ¿Alguna dificultad?

Yo no me he ubicado como escritora en un solo género ni un formato. Básicamente hago narrativa, puedo hacer narrativa audiovisual o puedo hacer narrativa literaria. No hago poesía, lo lirico. Escribía cuentos.

En un momento del 2014 se abrieron convocatorias para talleres de dramaturgia en el Teatro La Plaza, eran talleres gratuitos dirigidos a ciertos factores, gente que vive en ciertos distritos. Entonces yo aplique a una de esas becas y me aceptaron. Estuve llevando el primer y segundo ciclo de dramaturgia en el Teatro La Plaza y el profesor que me toco fue Gonzales Rodríguez Risco, quien también hace cine. Lo que estudiaba con él era dramaturgia, por un lado, pero también hacia ejemplos prácticos de cine porque básicamente en la construcción ambos son formatos que utilizan espacios distintos hay que pensar como contar desde esos espacios, a diferencia de la literatura.

En la literatura te puedes mandar con un monologo interior extensísimo, pero como traduces eso a una obra de teatro o a una pantalla de televisión o de cine, es distinto. Digamos que en ese caso el producto responde a ese espacio.

El teatro y el cine en cierta medida, hasta cierto punto, se parecen. Podemos de ahí hondar más, pero dejémoslo así: Son más visuales.

Teníamos ejemplos más cinematográficos que hermanan al cine con el teatro. Realmente mis amigos dramaturgos y teatristas me dirán que hay muchos más que diferencia al cine del teatro y tendrán razón. Pero hablamos de estos puntos que se intersectan. Entonces esa formación me abrió a mí un nuevo campo donde yo podía crear, ejercer en los guiones, escritura para televisión, cine y para teatro.

De hecho, me metí para escribir para un ciclo de teatro de terror en Arequipa, que tuvo buena acogida y estuve tres años escribiendo ahí que se llama Parapsicosis II y eran todas historias de terror. Ha sido una mezcla entre experimentar y probar, a ver qué tal me sale esto y si me gusta me quedo.

¿Cuál fue su primera experiencia en un producto audiovisual que haya visto su escrito en pantalla?

Ha sido la serie “Con mi novio no te metas”. Desde ahí trabaje con Adrianzén haciendo telenovelas. Ahora estoy haciendo unos proyectos que no sé si van a ver la luz, es bien improbable. De diez proyectos de películas se filmará una, y de diez películas que se filmen se exhibe una.

Pero, bueno… la serie web ha sido por la facilidad que te da el formato digital. No tienes que negociar con canales de televisión, no tienes que establecerte en horarios, puedes manejar ciertos contenidos.

La producción ha sido de esta productora llamada Eureka digital, que quiere hacer productos de ficción. Es una productora que antes de eso hacia solo contenido audiovisual muy comercial: spots, publicidad y videos institucionales.

¿Cómo fue su primera convocatoria para escribir en una telenovela?

Lo que pasa es que Adrianzén ya me conocía de años por las redes sociales, conversábamos o a veces escribía en su muro. Adrianzén es un tipo que tiene llegada, es como un líder de opinión. Yo lo seguía, sabía en que estaba trabajando y él ya sabía que estaba trabajando. Un día me propuso chambear con su socio, que en paz descanse, Victor Falcon, quien era el director creativo de las novelas que hace con Adrianzén. A partir de ahí hemos hecho dos telenovelas: Ojitos hechiceros y Mujercitas.

¿Ve usted que existe equidad de género en las producciones audiovisuales?

Si te pones en cuestión numérica vas a ver que no. Pero para determinar que hay equidad tienes que ver si quienes llevan el curso de las cosas no sean hombres o mujeres porque podrías tener un equipo de diez mujeres, pero quien los comanda sea un hombre. Entonces, habría que ver las dinámicas porque hay varias productoras que son mujeres, pero hay que ver quien toma las decisiones, quienes deciden que producto vender, como venderlo, quienes escriben los contenidos y quienes aprueban los contenidos. Porque hasta donde sé, la producción no es mi campo, las productoras te resuelven cosas muy prácticas en relación al presupuesto: Locaciones, fechas, casting. Pero lo poco que he trabajado las cabezas siguen siendo masculinas y las miradas.

El male gaze, la mirada masculina, que es una teoría de Laura Mulvey. Ella tiene un libro sobre cine que habla como la mirada desde el punto de vista masculino determina los contenidos en cine. Como se ve a las mujeres y a los hombres. Eso finalmente se traduce en nuestra forma de hacer productos, y quienes escriben. Yo no veo tantas guionistas mujeres como me gustaría.

¿Cómo se debe tocar el tema de equidad de género en las ficciones? Ahora las mujeres son más protagonistas, se les da un mayor espacio en el contenido de las producciones.

Ha habido discusiones ahora ultimo de separar al artista de la obra a raíz de estos casos con las denuncias de acosos sexuales del caso Woody Allen, Kevin Spacey, etc. Es una discusión que se remonta años atrás, pero también nos preguntamos: ¿Qué es lo que su obra hace? ¿Expresa lo que esa persona es?

No hay una separación total. Tu colocas en una obra todo lo que tú eres, quieras o no, va a salir mucho de tu pensamiento, tu forma de ver el mundo, no se puede soslayar.

Entonces, muchos de los contenidos por más que pongas una protagonista mujer, están determinados por la mirada masculina, incluso cuando las mujeres han escrito el contenido, ya sea porque se los piden así, ya que los guionistas no tenemos la última palabra en los contenidos, o porque estamos acostumbrados hacer los personajes así. Hay ciertos tópicos que muchas veces nosotros no podemos escapar, y no podemos escapar porque no conocemos más de esas realidades. Muchas veces se habla por ejemplo de mujeres, la población afro o personas LGTB desde una mirada que es blanca, heterosexual o privilegiada. Por más que tenga buenas intenciones lo que sale no es la realidad sino tu visión de esa realidad.

A lo que iba con esto es: Puedes poner 40 mujeres a protagonizar una película, pero al final el contenido que estás dándole al espectador será lo mismo. Estas replicando esos tópicos sexistas, discriminadores, los estas replicando ahí por más que sea el año 2019 ¿Qué hacemos entonces? o ¿Qué deberíamos hacer? Dejar de pensar que nuestra cabeza o nuestro talento creativo es omnipotente siempre tendríamos que acostumbrarnos a preguntar antes de emitir esos contenidos, asesorarnos, pasarlo por el tamiz de otros ojos. Yo incluso cuando escribo sobre mujeres trato de preguntar a otras mujeres que no estén en mi posición como este contenido las representa o no. No porque deba representarlas, sino porque no quiero dar una imagen artificial que parta de mis propios prejuicios y propios tópicos. Eso es lo que debemos hacer todos, hombres y mujeres, tenemos que ponernos en el lugar del otro.

Entonces si podríamos juzgar la obra separada del autor

Lo que pasa es que sí y no. Evidentemente la obra no es la persona, eso es obvio, pero es inevitable que no encuentres partes del pensamiento de la persona que lo crea. Si sale un prejuicio es porque sale de aquella persona que lo crea.

¿Un guionista debe sujetarse a lo que es políticamente o debe dar riendas sueltas a su creatividad? Esto lo pregunto por las parodias u obras cargadas de mucho humor negro y sátira.

Lo que pasa con la parodia y la sátira son contenidos críticos, siempre, pero son contenidos que buscan de alguna forma criticar lastimando. Que no está mal, es nuestra herramienta para enfrentarnos a ciertos poderes apelando a la libertad de expresión.

El problema es cuando usas ese poder para ser abusivo. Te pongo un ejemplo de los cómicos cuando imitan a la población afro. Todos podemos reírnos de todo, pero que pasa cuando esa risa se hace acosta de otras personas, de mantener prejuicios, la discriminación y un status quo.

Estoy en desacorde con cierto tipo de humor políticamente incorrecto porque la burla hacia las personas más jodidas de la sociedad ha sido tradición: Hacer chistes de maricones, hacer chistes de las mujeres, ha sido tradición; hemos escuchado a nuestros padres, abuelos y tíos, hasta hoy; pero como se ha hecho costumbre se asume inofensivo porque generalmente no es al emisor a quien le afecta, sino a otros, al que no está ahí. El problema es que como ahora las mujeres hablamos, las personas afro tienen voz, representación política, estamos de igual a igual, así que ya no puedes hacer el mismo chiste cuando tienes a la misma persona sentada en la mesa, se va quejar, lo que te está diciendo es que existe.

Antes tu podías hacer en las caricaturas de Tin Tin, de es estos comics belgas, que era este chico explorador. En Tin Tin, Hergé podía representar a los africanos con los labios totalmente exagerados y salvajes, porque esa era su visión. Todos los dibujantes eran europeos, todo el público que lo veía era europeo, blanco generalmente letrado y clase media. No eran los migrantes ni africanos. Pero cuando hay en la representación cierta equidad, ya vas a tener protesta de esas personas.

Es como si hicieras un chiste sobre tu abuelita y la tienes sentada al lado, obviamente va protestar. Entonces en ese sentido hay que darnos cuenta que la sátira y el humor o ciertas representaciones son un poder que nosotros tenemos. ¿Cómo decidimos usar ese poder? ¿Qué resultado nos da ese poder? Es lo que tenemos que pensarlo

¿Cuándo se siente que lo políticamente correcto este forzado en una obra?

Cuando no quieres contar una historia sino tienes una agenda muy explícita. Todos tenemos agenda a la hora de contar, a veces no nos damos cuenta. No queremos discriminar. Así que uno dice vamos a poner un negrito en el elenco y el contenido para no nos digan discriminadores; pero como no tienes la menor idea de cómo funciona un tema, solamente lo haces por cumplir, metes la pata. El comercial de Saga Falabella, por ejemplo, del colchón, la manera que representaron la relación de ambas chicas… hasta el perno. Ahí no hay una conciencia de lo que se está haciendo.

A veces no necesariamente arruinas el punto, pero se siente falso. Pero cuando quieras poner por delante el discurso y el contenido detrás, eso es un problema con la ficción. Tienes que decidir si quieres contar una historia o un mensaje, si no te va salir un panfleto. Y en los panfletos se nota demasiado.

Usted también ha escrito una serie web llamada “Con mi novio no te metas” ¿Cómo nació la idea original?

Ha Gonzalo Rodríguez Risco que es mi socio en la serie, mi coescritor, le cuentan del proyecto de la serie. En Eureka querían hacer ficción, entonces uno de los productores quería hacer una serie sobre una pareja de unos hombres. Entonces llamo a Gonzalo que dijo quería trabajar con una chica, y me eligió a mi porque he sido su alumna.

A nosotros nos dan esa premisa: Que sea una serie web de episodios cortos, unos pocos minutos, sobre una pareja. El desarrollo de la historia quedaba en nuestras manos.

Por eso pensamos en una pareja que lleva cierto tiempo y que ha decidido mudarse junta. Tienen sus amigos que son como sus conciencias y a partir de ahí contamos una serie de situaciones. Lo que queríamos era no ser necesariamente activistas, a pesar que nuestras posiciones políticas son muy claras al respecto, porque es una serie web. Al final es entretenimiento; pero sin, obviamente descuidar el asunto.

Queríamos hacer algo no ligero, pero de “humor familiar” por decirlo así, hasta cierto punto porque sigue siendo una historia sobre una pareja homosexual, y nos dieron la libertad de crear estas historias. Comenzamos a partir de situaciones cotidianas que podían tener.

¿Cuánto deja de usted en los personajes de la serie web?

Justamente con Gonzalo (Rodríguez Risco) nos sentamos a escribir y pensamos en todas nuestras experiencias de parejas. El sobretodo que lleva con su pareja 20 años. Todo lo que vivimos nosotros con nuestras respectivas parejas. Situaciones que pueden ser de celos, de convivencia, que pasa cuando alguien te gusta, que pasa si arruinas algo con tu pareja, como se lo explicas, pensamos en todas esas vivencias y también hicimos un tamiz… y preguntamos si algunos de nuestros amigos si lo que estábamos escribiendo podría resultar, sin quererlo, racista u ofensivo.

Y si, también hay varias experiencias que hemos pasado: La confrontación con la gente que discrimina, como el episodio que invita al jefe almorzar, ocultarle la situación a la madre, etc.

Seguramente han existido premisas que no han podido ser realizadas ¿Cuáles de las premisas hubieran sido?

Lo que pasa es que decidimos enfocarnos en la pareja por ser la primera temporada; pero en la segunda, porque aún tenemos esperanzas de hacerla y conseguir presupuesto, queremos tratar de los demás personajes. No solo hablar de la pareja feliz, sino de estos chicos que son sus amigos y queríamos episodios donde ellos sean los protagonistas donde contemos sus historias.

¿Usted prefiere hace coautorías o escribir sola?

Las dos cosas, creo que en la coautoría es más difícil que se te escapen errores porque ya son más ojos y porque además yo creo que uno siempre debe trabajar con gente que tenga o más experiencia que tú o experiencias distintas a las tuyas. Gonzalo (Rodríguez Risco) es un tipo con 20 años de experiencia más que yo.

Sea en el campo audiovisual, literario o teatro ¿Cuál sería un próximo proyecto que tendría usted?

Bueno, ahora tengo como 40 proyectos. Quiero hacer teatro. Siempre tengo ideas dispersas y varios proyectos que no van a coincidir. Ahora quiero montar mi primera obra teatral larga que dure por lo menos una hora u hora y cuarto.

Me gustaría hacer también cine y mandarlo a los concursos del Ministerio de Cultura y a Dafo.

Tengo algunas ideas para textos de ciencia ficción que siempre me han gustado mucho, es un proyecto personal y narrativo, al estilo Black Mirror.

Básicamente lo que necesito es gente que la lleve a cabo material mente.

¿No ha pensado inclinarse a la dirección o producción?

No, porque no tengo la habilidad para producir, me parece son unos capos. Y es un nivel de estrés que no sé si podría manejar.

Quiero hacer dirección teatral, pero estoy haciendo mis primeros pasos. Estoy de asistente de dirección en una obra que va salir en octubre llamado “El rancho de los niños perdidos” que escribe y dirige uno de mis compañeros Sebastian Eddowes. Veo por ahí como me Sale y ver si alguna vez puedo dirigir al menos teatro

 


 

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Giuseppe Vicente Castillo Me defino como un amante de las historias y entusiasta escritor. Un curioso que busca transmitir su mirada con respecto al séptimo arte, en esta ocasión, y quizá así aportar un pequeño grano de arena a quien decida pasear por este espacio.
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