
Sujetos inacabados. La violencia política en “Paraíso” de Héctor Gálvez
Los efectos del conflicto armado en la ópera prima del cineasta peruano.
En el silencio, también habita la memoria. La violencia política es uno de los temas recurrentes en la filmografía de Héctor Gálvez. Con tres largometrajes bajo el brazo, un documental y dos de ficción, el cineasta peruano reflexiona sobre los efectos del conflicto armado en la actualidad. Su ópera prima, Paraíso (2009), es el reflejo una memoria latente que se escuda en el silencio.
Paraíso es un filme que aborda el posconflicto de la violencia política en el Perú, pero de manera indirecta. A través de la sugerencia de dicho hecho, se narra la vida de cinco jóvenes, Joaquín Antuanet, Mario, Sara y Lalo, cuyos padres escaparon del terrorismo y se instalaron en el asentamiento Jardines del Paraíso, en Huachipa. Con un futuro incierto, tratarán de salir adelante, pero a la vez se enfrentan con una realidad que los margina.
Bajo una perspectiva neorrealista, Héctor Gálvez apuesta por los encuadres fijos abiertos para mostrar un espacio yermo, aunque asoma ciertos aspectos de vitalidad. En ese panorama, se irá construyendo, a través de breves menciones, la historia que se esconde detrás de los personajes. Así, el espectador al igual que los protagonistas irá tejiendo la memoria de un suceso que afecta al Perú: el terrorismo.
Para seguir la historia de los cinco personajes, el cineasta peruano hace uso de primeros planos para mostrar a cada uno de ellos, pero todos relacionados con su espacio. Con ello, enfatiza en su característica de desplazados de las ciudades. Se centra, además, en los espacios por los cuales transitan. La carencia se expresa de distintas perspectivas. Gálvez hace uso de luz natural, incluso en espacios oscuros, para mostrar la ausencia de políticas de Estado en el lugar.
A través de voces que se diluyen en las escenas, recorremos el espacio de cada personaje, así como también los problemas que enfrentan, los cuales van surgiendo a modo de revelación. Todos ellos vinculados a la violencia. Sin embargo, esta situación no se dice. El pasado se construye a través del silencio. La memoria se presenta en pesadillas de los padres de los personajes, así como en el interés de estos últimos por conocer sus orígenes.
Uno de los momentos más intensos del filme es la escena de Sara con su madre. Esta última recuerda su pasado a través de expresiones no concretas, como pesadillas, en estado de ebriedad. Todo ajeno verbalización directa. Allí habita la huella. En simultáneo, Sara indaga sobre su padre, es su deseo conocer su identidad.
Sin embargo, en esa situación, la madre apela al eterno retorno. Los terroristas vuelven y es mejor no decir nada. Poco a poco, en escenas en claroscuro, se irá tejiendo cómo la memoria se inserta en el presente. La palabra ya no alcanza y la historia se revela a través del llanto. La madre sufrió, fue ultrajada por un militar.
Ante la revelación, Sara busca a Mario, su novio, a quien ve vestido de traje del Ejército. Puede revelar el hecho, pero no lo hace. Se encierra, se enclaustra. Es mejor callar. Entonces, el pasado, el conflicto armado, la memoria, es aquello que se construye en el silencio. Es indecidible.
En ese panorama, Héctor Gálvez construye un relato sobre la imposibilidad de reinsertarse en la sociedad, a partir del traumático hecho. Los personajes, hijos de los afectados de la violencia, desconocen los hechos o saben de oídas, pero no pueden escapar del enclaustro de este. El pasado encierra a los personajes, elemento que se configura con un espacio geográfico carente de vida. Sin presencia. En las afueras de la ciudad. Allí donde nadie sabe nada.
De esta manera, el espacio inacabado es la imagen que plasma Paraíso para hablar, precisamente, de una sociedad que existe, pero no tiene representación.


