
“Se va a extinguir la televisión peruana que hay ahora”: Entrevista a Eduardo Adrianzén
La televisión necesita urgentemente replantearse en todo sentido, en todo nivel, y la creatividad, si quiere sobrevivir en el Perú
A lo largo del año se emitió por la señal de TV Perú la serie de carácter histórico “El último bastión” desarrollada durante los días previos a la independencia del Perú. Es considerada una de las más ambiciosas producciones nacionales. No es de menos que el guionista principal sea Eduardo Adrianzén con 34 años trabajando en medios. El mismo me ha abierto las puertas de su casa para conversar acerca del oficio del escritor.
Al igual que las historias todos tenemos un inicio ¿Con que fin escribe usted? ¿Qué le motiva?
Yo tengo memoria desde que empecé a leer, 4 años masó menos, y en adelante recuerdo que siempre me interesaba el escribir. Vengo de una familia, por suerte, con muchos lectores. Nací en una biblioteca masó menos. Mucha lectoría, gente que iba mucho a cine al teatro. En realidad, en mi caso ha sido suerte mía porque el medio en el cual nací fue muy estimulante.
Entonces a los 7 u 8 años empecé a escribir cositas, aparte de las composiciones para el colegio, para mí en cuadernos y a partir de ahí me acuerdo que era lo que más me interesaba y gustaba en la vida. Entonces es algo que, yo siento, no sé si vino conmigo, entre una cuestión natural o de estímulos. Pero es lo que yo sentía que me salía mejor que todo lo demás y me hacía muy feliz. Y lo fui haciendo para mí, como cuando antes era chico. Empecé analizar productos luego, empecé analizar cómo funcionan algunas cosas en televisión como funcionaban las estructuras en audiovisuales y de grande… bueno, continúe, trabaje y a seguir la vida.
Aparte del nacerle y el gusto, ¿qué personalmente siente que ha aportado más con sus escritos? ¿Cuál sería la huella que ha dejado usted?
No, yo no soy la huella. No soy el indicado para decir eso porque yo no pienso en lo que hay después que me muera simplemente… te podría decir quienes si me han ayudado y dejado huella: Toda la literatura que leí, todo el teatro y la televisión que vi. Luego, más adelante, escritores que me ayudaron mucho con la vocación. Mi estadía en San Marcos, soy sanmarquino; mi profesor de literatura, que leía muchísimo, y todos mis amigos de letras.
En todo caso en ese momento hacia narrativa (cuentos) pero también eran muy estimulante, los talleres a los que iba no sé… y mucha gente en la formación. Mi familia, principalmente, que siempre tuvo mucho gusto, estímulo y ánimos para que yo siga.
Por ejemplo, usted también comenta que escribe no solamente para televisión sino también para teatro ¿Cuál es la mayor diferencia entre ambos formatos?
Hay muchísimas. El teatro es otra cosa, el teatro tiende a escribir diferente a los formatos audiovisuales. Cuando hacemos audiovisuales (televisión y cine) trabajamos realmente con estructuras –yo veo, yo lo creo- mucho más de oficio y más de técnica para que el resultado sea bueno. Lo que se busca es una historia, una narrativa que fluya acompañada del montaje y de la edición. Es una manera de pensar totalmente diferente, una manera de contar la historia distinta.
El teatro no, el teatro tiene su propia manera de contarse, estilos y maneras. Pueden ser parecidas en el acto que escribes historias nada más, el resto no. Es tan diferente como hacer una novela escrita, una obra de teatro, un guion de telenovela. Lo único que los une es que son historias que se escriben y que el escritor puede ser el mismo, más no la forma.
En el teatro hay –yo creo- primero que nada, un absoluto y total desapego, desprendimiento de los deberes de estructura de los audiovisuales. Uno puede contar la historia como quiera al público saltando tiempos en cada momento el que haya un solo espacio puede hacer que sea desde una sala hasta el planeta marte. No existen límites, no existe una ambientación real ni los efectos especiales, solo existen actores, algunos elementos escenográficos, luces y una historia que nos quieran contar, y eso permite que te vayas a la galaxia de Andromeda o a la época de los homínidos.
No hay ningún límite y el audiovisual te exige que piensen todo el tiempo en los límites que tienes, porque esto será un producto que se quiera filmar o grabar y, evidentemente, eso trae un seria de complicaciones que el guion tiene que saber considerar que pueda ser factible.
Y que diferencia entre los públicos. ¿El público de televisión y teatro son similares?
El público de televisión tiene que ser masivo por fuerza; aunque, en esta época eso ha cambiado también. La televisión felizmente está cambiando y se va a extinguir la televisión peruana que hay ahora, menos mal. En el Perú, que es como se trabaja ahora en la tele, sigue siendo para un público masivos de muchos millones de personas, muy grande, extenso y busca complacer a muchísimos grupos, complicado por eso.
Es el problema en la televisión en el Perú concretamente.
En el mundo ya no. Están trabajando para fajas sectarias, edades y públicos absolutamente globales. Mientras no se piense en global, acá en el Perú, se pensará en hacer algo muy masivo.
El teatro no pretende en absoluto y uno escribe como venga en gana. Sabes que es un producto para poca gente; salvo que hagas un teatro un poco más industrial, como a veces toca o a veces pasa, igual el teatro que se hace con grandes producciones igual es pequeño: 20 mil, 30 mil, 40 mil, 50 mil es un gran logro, pero eso es un punto de rating en el universo de la televisión. En mayor o en menor medida el teatro que hagas puede ser más para un público muy pequeñito o más masivo que le interese ese tipo de producciones, que le encante y le divierta, y en buena hora es así. Pero la televisión por fuerza debe pensar en mucha gente.
Sé que usted trabaja 10 horas diarias, durante la jornada ¿Cómo lidia usted con los huecos argumentales o ciertos vacíos creativos?
Cuando estoy trabajando si trabajo esas horas. No tengo eso porque en televisión porque todo el tiempo sabes lo que tienes que hacer, trabajas con una estructura que va a un determinado punto y eso ya lo tienes pensado de antes.
Las reuniones de trabajo de un guionista cada semana son para ver, justamente, de que va esta semana el trabajo de guion. Lo que uno siempre tiene son pendientes, nunca tienes lagunas, no existe eso en el escritor de televisión. Siempre sabe a dónde va, aunque sea una cosa horrorosa, siempre sabes dónde va. Siempre sabes lo que tienes que hacer el día siguiente. Más bien, te falta llenar huecos, no te alcanza la acción para llenar a veces.
En el teatro puede haber “paras”, puede haber vacíos y eso sucede cuando no tienes claro tu tema, de que exactamente estas escribiendo. Cuando no lo tienes claro, antes de empezar a dialogar, evidentemente, va suceder. Me ha pasado algunas veces en la vida, en ese caso he dejado de escribir lo que estaba haciendo y me he centrado a pensar si ese tema me motiva lo suficiente o esta contado de la manera que debe contarse; pero también me ha sucedido que no y simplemente aborto la obra.
Porque hasta que no tengas en tu cabeza el tema real, que equivalen más para guiones de cine que tienen una hora o dos, que quieras contar en una narrativa entonces si existirán esos problemas. Si lo tienes claro y tu tema te gusta, va fluir.
En esas reuniones de guionistas ¿Cómo se lidia trabajar con los demás guionistas? ¿Existen algunas riñas?
Si sucede eso, el líder es malo. No puede existir. El equipo de guionistas tiene por fuerza una cabeza y es la que finalmente da pase o no a las historias o a las ideas al resto del equipo. El equipo es importantísimo, todas las historias, todas las ideas del equipo sea cual sea la jerarquía valen exactamente lo mismo; pero finalmente el jefe de piso es quien da pase o no al ser el responsable político de la historia. No existe en ninguna posibilidad de que haya ese tipo de situaciones; si las hay el liderazgo está mal y, evidentemente, alguien debe de salir, tan simple como eso.
Es bastante militar el asunto, bastante disciplina, absolutamente vertical en el momento que hay algún conflicto. Los equipos de guionistas no son la creación colectiva “hacemos lo queremos”, eso no existe. Tiene por fuerza una cabeza que está en comunicación con el productor que es la persona más poderosa en todo el rodaje, quien es al final quien decide también. Con la cual el cabeza de guionista trata directamente; no así los demás, no hay manera, es una jerarquía muy clara.
En algún caso que en rodaje se debe improvisar y se cambia un poco el rumbo de la historia en la grabación ¿Cómo lo lidia la cabeza de guionistas?
Los directores no pueden hacer eso teóricamente. Si lo quieren hacer deben responder ante producción. Los escritores le preguntan al productor: ¿Qué ha pasado? Si es que ven una cosa rara y el productor dirá: Lo deje pasar porque me gusta así. Entonces tu dialogaras siempre con los productores.
Los directores, en la televisión, son gente con los que conoces, respetas, sabes cuál es su honda y por donde van. Fantástico. Pero no necesariamente tienes, tu como escritor, un dialogo con los directores en la televisión. Ellos (también) responden ante producción general, con quien tienes la comunicación directa. Entonces de haber un problema uno recorre a producción, no acude de frente donde el director.
Que considera más influyente ¿El público sobre la obra? ¿o la obra sobre el público?
Eso depende de cual formato estemos hablando.
En televisión el público es vital, es clave, se trabaja para eso, de acuerdo a lo que teóricamente le interesa ver, lo cual puede ser falaz también. Y tiene que ver mucho con medición y eso es un tema que los comunicadores ahora recién están tratando de usar bien con lógica y no las ideas preconcebidas que se tenían antes. Pero si se trabaja para el público, es lo vital, sino para que haces televisión.
Pero, también se le debe retar al espectador.
No, al espectador peruano. Hablo de la televisión que hacemos en el Perú, que somos 10 gatos. Acá no se le reta a nadie, si retas a alguien, te despiden. Acá se quiere lo digerido, lo fácil, lo masticado, lo ya y si tratas de salirte de eso evidentemente el canal o la producción te despiden. En otros países no, como hay una visión de televisión global que su producto puede servir aquí, allá, en cualquier país, cualquier latitud, se trabaja de otra manera. Los productos son más transgresores, buscan otro tipo de público y, como tú dices, retan al espectador, sin duda. La mejor televisión está hecha a eso; pero en el Perú es una cosa impensable, por ahora.
Aunque usted escribió la novela Que buena raza, en la cual se introdujo la inclusión de nuevos personajes multirraciales y se ponía en mesa esos temas. ¿Se retó al espectador?
Pero el espectador estaba preparado para eso. Lo que pasa es que las telenovelas tienen mucho que ver con la época y la sociedad. En ese momento de efervescencia despues de lo que pasó el 2000, el fraude, las elecciones que hubo y Toledo. Había un optimismo, se quería hablar de los problemas sociales del Perú y había un público muy interesado en ver eso. En mi opinión, igual que ahora. Si ahora no lo hacen es porque son unos cobardes los que ponen la plata en la televisión. Pero en ese momento había esa efervescencia política de querer ver y que hable claramente la televisión peruana de los problemas que suceden.
Entonces en realidad, si fue arriesgado porque era hablar con todas sus letras, sin disfrazarlo. Yo, en mi opinión, estaba completamente seguro que iba ser un éxito porque sentía el pulso de la gente.
No olvidemos que es una época pre-streaming donde el cable aun es elitista. La televisión por señal abierta es lo que mandaba. Entonces, evidentemente, yo pensaba como un generador de contenidos sin esos otros competidores. El cable era pequeño, tenía quizá 10 puntos y el streaming no existía. Entonces era un momento en el cual la televisión necesitaba ver ese tipo de temáticas, en una narrativa suya peruana, y por eso en mi opinión no era tan alejada. Los que pusieron el dinero, el canal estaban asustados por que pensaban que podría no funcionar, pero en realidad funciono y ahí está. Eso te da una idea que tú tienes que pensar que cuando presentas un producto tienes que saber dónde estás parado en términos sociales, políticos e históricos. No existe la televisión impune. La televisión sin ideología, fuera de la realidad, eso no existe. Incluso la televisión más evasiva de la realidad está respondiendo a una idea o ideología que se quiere vender en ese momento social. Los que te hagan el cuento del comunicador una, o son idiotas o se hacen los locos, pero en realidad siempre hay.
Otro ejemplo es una miniserie donde participo Oijtos Hechiceros donde se tocaban temas de violencia de género, Es otra demostración de que se reta al espectador.
No me acuerdo muy bien, esa es una producción original de mi socio Victor Falcón, pero yo he estado más en Ojitos Hechiceros 2 donde sí es cierto se hablaron de temas de acoso, maltratos, problemas de genero a una manera muy telenovelesca con mucha turbulencia, con muchas situaciones límite a extremos. Se hablaron esos temas de manera que podía ser entretenida y poner en agenda algo… pero no era una intención pedagógica.
¿Una intención moralizante?
La moralina siempre acompaña al tipo de novela melodramática clásica, eso es inevitable. Pero no era pedagógica en el sentido que no te daba muchas soluciones. Lo que se entiende por narrativa de ficción pedagógica, que es toda una especialidad, se desarrolla muy bien en Conversando con la luna en el canal 7 (Tv Perú), y de una manera muy sutil en “El último bastión” y “nuestra historia”, también de canal 7, que si necesita ese tipo de propósitos y argumentaciones.
En ese extremo moralizante hay personajes demasiado polarizados, demasiado buenos y demasiado malos.
Si hablas de Ojitos hechiceros es un melodrama clásico, turbulento, con mucho de policial, con un poco de extremos. Es la narrativa que enfatiza todas las cosas y que en realidad se mueve casi como una sucesión de eventos a cuál más terrible que el otro en la cual los personajes están envueltos y de alguna manera tienen que salir de esto como las aventuras de una película en la cual se complica y se complica hasta que mueren los malos o… no sé. Es una narrativa que juega a otro tipo de estrategia que básicamente muchos eventos no te den mucho tiempo que pensar tanto, que siempre mantenga el interés y la curiosidad de ¿Qué le pasará? ¿Lo matarán? ¿Pasa algo atroz? Ese tipo de narrativa se jugó. No digo que sea la mejor del mundo ni peor, es una forma de contar una historia. Como se ha contado en machismos tiempos en la televisión.
Si bien usted pasó por la Universidad de San Marcos, se especializó en lo que es derecho. Se puede afirmar que toda su educación como guionista es empírica.
Yo estudié derecho en San Marcos e hice bachiller automático porque hice 120 créditos y nada más, no ejercí nunca. Mi educación en literatura ha sido entre mi casa, a los 4 años, y en San Marcos, los talleres de literatura, la gente de literatura, el mundo de literatura, el pabellón de letras, mis amigos, mis profesores, la gente en mi entorno, los poetas, la gente con que yo paraba. Mi educación literaria viene de esos dos lados: Primero de casa, hasta los 16 y de ahí en la universidad, y de ahí de la vida. Cierto, un autodidacta total.
Y en comunicaciones soy autodidacta absoluto, solamente estuve 7 meses estudiando la carrera de cine en Cuba, hace muchos años en el 87. Y en realidad no tuve formación en guiones, soy empírico total.
¿Considera que la educación audiovisual debería ser más empírica que académica?
No, en lo absoluto. Lo que pasa es una consecuencia de mi época. Yo tengo 55 años, cuando yo salí del colegio no estaba de moda comunicaciones. La única carrera de comunicaciones estaba en la Universidad de Lima que era (es) muy cara y no quería causar gastos en mi familia, quería poder estudiar y trabajar, hacer una vida independiente. Ni siquiera se me ocurrió la (universidad) de Lima. Y entonces soy producto de una época, quizá soy el ultimo comunicador en activo que no tiene formación de comunicador por que recién en mediados de los 80’s, cuando yo empezaba a trabajar justo, es que empieza a verse como una carrera ya habitual las comunicaciones. Yo soy antes, a partir de ahí es natural y lógico que las comunicaciones estén tomadas por profesionales de las comunicaciones yo creo que es lo necesario ahora.
Yo pienso que ser empírico es malísimo, hay que ser una persona más que nada preparada, ya sea en universidades o cursos largos o en estudios donde se pueda, no hay tantos, pero buscar fuera lo que sea; pero yo represento una época que se está acabando y se va extinguir conmigo.
Usted también ejerció la docencia en el área de comunicaciones.
Yo creo que era el único que no tenía estudios de comunicaciones y ensañaba en universidades hasta el 2011. En 2012 empezaron con lo de los títulos, esa cosa, y ya no pude.
En una conferencia dada por usted comentó que los escritores jóvenes sus temas son de crímenes o asaltos, siempre son más sangrientos ¿Cree que una constante sea la violencia transmitida por los medios de comunicación?
Yo no niego excepciones de gente joven que escriba de violencia porque la ha vivido directamente, sin duda la hay y es terrible. Pero no creo que en la mayoría lo haya vivido. Lo que pasa es que la violencia parece fácil en la medida que tiene una sola gran situación límite que es salvar tu vida, la vida o la muerte, es como muy extremo.
Entonces acostumbrados de verla en la televisión, en los noticieros, en el periódico, en el cine, en historias, en los videojuegos, en la red. Parece un tema en el cual uno agarra y ya. Entonces quizá la gran mayoría lo toca sin tener conocimiento real de lo profundo y terrible que puede ser en relación a lo que es. Lo veo como un facilismo natural de alguien que empieza porque se ve al alcance de la mano en medida que donde volteas existe y lo puede leer y ver.
Es un tema más fácil que el amor, por ejemplo, que de pronto hay gente no lo entiende muy bien porque todavía no lo vive. Entonces tiene que ver creo yo con eso básicamente como una cuestión de falta de conocimiento de más realidades, o de más introspección personal o demás experiencia porque la gente que escribe de violencia no necesariamente la ha vivido, en ficción quiero decir. Algunas si como digo, y ese será quien cuenta la historia de una manera mucho más profunda, personal y más real no me cabe duda.
Pero en la mayor parte de los casos no es así, suelen ser jóvenes de clase media o maso menos de una familia que los ha protegido de la violencia. Que han oído mucho de violencia que han escuchado muchos relatos de sus padres o han oído de cosas terribles de la época del terrorismo o que ven los asaltos en su barrio. Por eso digo, lamentablemente, si hay personas que lo han vivido más de cerca, pero quizá la gran mayoría no tanto y más parece un tema más bien fácil.
Considera que ¿El escritor debe ser muy empático para poder entrar en los zapatos de otras personas sin vivir esas experiencias?
Si claro, tiene que entender a todo el mundo, hasta lo que le parece más asqueroso. Si escribe sobre un pedófilo tiene que tratar de imaginarse lo que ese hombre piensa. Tiene que escribir sobre las cosas más horribles que se puede imaginar y tratar, en todo momento, de entrar en esa mente porque si no le va a quedar falso o esquemático.
Es el problema del escritor a veces. Su esquizofrenia diaria porque tiene que disociarse. Tiene que ser a la vez que uno. Uno que está mirando de fuera algo a lo cual se mete. Es bien raro. Se está metiendo en un mundo en una mente que no es la suya, tiene que realmente entenderlo y tratar de llegar al por qué. Porque todas las personas de este mundo hacen las cosas creyendo que tienen una razón para hacerlas, o que tienen una motivación válida o que está bien. Algunos llegan al extremo psicópata que piensan que está bien lo que hace.
Hay que entender porque estos personajes, estos seres humanos que estas creando, creen lo que creen, por qué lo creen y de donde viene eso que creen. Entonces requiere muchísima capacidad de entender al ser humano en general, es bien difícil.
Se ha hablado que el guionista es un novelista frustrado. ¿Cuál es su opinión?
Yo no he vivido la palabra frustración, nunca la he vivido y no me interesa vivirla. Yo soy guionista porque me encanta. Yo una vez escribí narrativa en prosa y no me gustaba tanto como hacer guiones. Empecé escribiendo una novela narrativa, incluso salió el editor a decir “esta bonita”, y la deje porque no me motivaba tanto, ya estaba trabajando en guiones y lo que me gusta es hacer guiones. Así que no sé alguna gente tendrá esa frustración tal vez lo tenga, pero me parece un poco raro porque escribir narrativas, si uno realmente quiere, lo hace. Es mucho más fácil que una persona escriba narrativa o que escriba novelas literarias, consiga a un editor, aunque sea pequeño o aunque sea saque su edición con mucho esfuerzo y vea la luz, a que un guionista vea sus cosas, es mucho más difícil. Entonces no entiendo.
Más se ha enfocado en el medio de la televisión, pero ¿por qué no quizá el cine?
Nunca he hecho cine porque cuando yo empecé no era cine de género. En el Perú era como muy en la película del director. Nunca he encontrado directores que piensen como yo y que empatemos exactamente igual y para hacer la terapia no me provocaba tanto. Aparte los procesos eran muy lentos y en dos años que se hacia la película o el guion, yo me hacia 5 telenovelas. Por una cuestión de ritmo personal y una cuestión no sé… yo pensaba que el cine era muy bacán, pero si tú eres quien dirige la película y quien la escribe, siempre he pensado eso. Hay colegas que lo han hecho maravillosamente bien y le han dado peso al cine peruano. Pero personalmente para mi prefiero en todo caso hacer historias más largas con formatos más largos. Más negociadas indudablemente con la televisión. Para hacer cosas mías me refugie en el teatro. Ahora que hay cine de género, formatos, comedia, me han llamado unas cuantas veces ya. Yo agradezco mucho pero siempre estoy en una cosa larga, entonces no lo he hecho por eso, no ha habido oportunidad ni tampoco es algo que busque yo.
Como guionista como sabe manejar sus tiempos en pantalla. En teoría una página de guion es un minuto en pantalla, la serie “El último bastión” dura 45 minutos cada episodio y usted no puede pasar de ese tiempo ¿Cómo lo trabaja usted?
En el último bastión no se puede añadir ni tampoco se puede cortar nada, todo está exactamente milimetrado.
Experiencia te ayuda, lo que pasa es que tiempar es lo más difícil. Yo me equivoco hasta ahora tiempando. En otros casos tiene que ver con que tú sabes -masó menos- como lo van hacer, conocer con que equipo trabajas. En el caso de El último Bastión era fácil porque era un producto cual era imposible cambiar una letra porque rompías la cadencia del lenguaje de la época, era imposible cambiar la locación. Entonces te puedes ir dando una idea de cuánto puede durar en el mejor o peor de los casos. Normalmente trataba de evitar pasarme y lo hacía entonces más corto.
En Del barrio que ya los tiempos se me han ido de las manos completamente ya no importaba tanto, porque finalmente la acción se cortaba o podía darse más énfasis. En realidad, tiene que ver mucho con el equipo con que trabajas. Está muy bien como teoría, pero depende del formato que uses. Yo no creo que sea una medida muy confiable. Depende si tu escena son 6 líneas de acotaciones, pero sus aportaciones son importantísimas un pedacito de página puede durar dos minutos. Tienes que ver la tónica de tu guion.
En sus inicios, en la televisión, usted comenzó como asistente de guion en Carmín ¿Cuál es la labor de un asistente de guion?
En el año 85, hace 34 años, la labor era muy fácil. Había un cabeza de guion, el guionista líder, que decidía la estructura y te mandaba, como en mi caso, tres escenas y eso era todo.
¿Cómo ve a las producciones actuales en el Perú?
No hay mucha producción en televisión. La televisión necesita urgentemente replantearse en todo sentido, en todo nivel, y la creatividad, si quiere sobrevivir en el Perú; quizá no quiere ya he visto todo en la vida. Si la televisión peruana quiere sobrevivir a lo moderno, a lo actual, a lo real, al mundo 2019-2020. Tendrá que cambiar mucho en tónicas, en géneros, en formatos, en temáticas, en misiones, eso es lo que yo creo en cuanto a la televisión, entonces ahí yo creo que lo existe ahorita se está extinguiendo lentamente, son como ancianas de 90 años por morirse.
En cuanto al cine yo creo que hay un grupo interesante de gente que está contando historias en el cine. En el teatro también. En ambas se puede ir a una cuestión un poco más personal creativa de lejos mucho más que la televisión, salvo excepciones. De lejos, el joven creador de cine o teatro tiene oportunidad de tocar muchas temáticas, lo que quiera, pero lo que si me gustaría es que fuera un poquito más profundo, vaya más allá de lo yo veo.
Yo no entiendo mucho por qué alguien que hace una película alternativa que sabe que no es un taquillazo, que no es una comedia que no van a ir más de 30 mil espectadores, no tendría porque medirse, podría ir más allá. Si evidentemente va tener una semana nada más de exhibición. Si trabaja para festivales o para venderla a una plataforma luego. En el teatro igual necesitamos más jóvenes muy audaces, muy malcriados y muy transgresores. No me gusta la gente joven que está trabajando igual a que cuando trabajamos dentro del sistema establishment, me parece que ¿Para qué? ¿A quién quiere complacer? ¿Al maestro, profesor, a su mamá? A mí no me interesa en absoluto eso. A mí me gustaría ver cosas de gente joven que diga: “¡wow! ha ido más allá de lo que hemos ido nosotros, los jóvenes de mi generación hemos ido”. Los 80’s la gente era muy transgresora. Tendrían que tener temas interesantes que contar salvo que esperen hacer una película con taquilla grande o aspire a tener un público masivo, en ese caso yo entiendo perfectamente que tiene que hacer algo mucho más pasteurizado mucho más light. Pero en otros casos no entiendo por qué. Debemos ir más allá en todo y hacerlo bien eso si, por que los recursos y los medios eran menos asequibles, con un parámetro de calidad mejor por fuerza y si no lo hacen es por ociosos. Evidentemente hay cosas buenas, y me gustaría ver más de ellas.


