
Oslo, 31 de Agosto: la fatalidad como leit motiv
La honesta, trágica e inquietante película noruega de Joachim Trier que nos revela el lado doloroso de la vida.
La discusión sobre el libre albedrío no es solo un debate teológico o filosófico, sino que se trata también de un cuestionamiento existencial; una vacilación interior que estremece nuestro día a día en torno a la entrega o no de nuestra voluntad.
Oslo 31 de agostoes una de las películas que juega sutilmente con esta nota existencialista. Con la sencillez como mejor arma expresiva y el tono documental de su narrativa, la película retrata la fragilidad hecha persona y la fatalidad como leitmotiv y antimotor de la misma. Joachim Trier, director de la cinta, nos presenta así la historia de Anders, un joven que tiene un día para elegir, o no, entre la vida y la muerte.
Un viaje errático
Anders es un hombre que acaba de salir de rehabilitación y se dirige a la ciudad para un día de entrevistas de trabajo con la esperanza y la promesa de marcar un nuevo comienzo que lo ayude a recuperar la normalidad del tiempo perdido por estos años tormentosos de adicciones. Esta es su oportunidad para enfrentarse a Oslo, a sus calles, a sus amigos y viejos amores, pero, sobre todo, a su pasado.
Ese día es crucial para marcar su destino y para hacer un balance de las oportunidades perdidas, de los sueños truncados y, quizás, de la esperanza por iniciar de nuevo. Y es que por más que exista cierta fatalidad en la vida de Anders paradójicamente esta se desestabiliza por la dulzura del día, la oportunidad de un encuentro y la promesa de un nuevo cambio una vez que regresa a Oslo. No obstante, estamos ante un viaje errático cargado de desviaciones e indecisiones que lo llevan a una trayectoria poco previsible.
Un solo día es también suficiente para pasar de la euforia al derrotismo. El viaje desenfadado de Anders por enfrentarse a su presente lo lleva a volver sobre sus pasos en el pasado con el deseo de poder enmendar sus errores y afrontar los juicios de quienes ha conocido. Sin embargo, esto no es más que un deseo efímero ya que la realidad que se encuentra es otra. Así la idea de un nuevo empleo, un nuevo amor y un nuevo comienzo se va desvaneciendo poco a poco.
¿Qué es elegir?
Con su forma de frustrar siempre la gravedad de una situación con la delicadeza, la fatalidad con el azar del deambular, Oslo 31 de agosto desafía cualquier síntesis teórica, sin dejar de alimentar el debate. ¿Qué significa elegir? ¿Dejarse llevar por un deseo enterrado o una determinación inconsciente que engaña a la voluntad?
Por lo general, la libertad humana que jactamos de poseer y que consiste en que seamos conscientes de aquello que quisiéramos hacer, no es más que una idealización que ignora a grandes rasgos las causas que lo determinan. Esto se puede evidenciar precisamente cuando nuestro protagonista recae al ver truncado sus sueños.
Cuando Anders, por ejemplo, vuelve a robar dinero para pagar una dosis suficiente de droga, ¿cree que actúa libremente o está atrapado en el hábito de un antiguo adicto? Es algo para cuestionarse. No obstante, lo más probable es que, aunque esté decepcionado por su día, enfrentado este sentimiento de la imposibilidad de rehacer su vida, no sea él quien actúa bajo la influencia, sino que parece responder a un mecanismo que ya no afecta a su cuerpo ni a su mente, pero que, sin embargo, le parece la única acción que puede realizar, la única forma de llenar el vacío.
La acumulación de estos eventos desafortunados hace que esta jornada parezca un vía crucis, donde las caricias esperadas terminan siendo bofetadas y el deseo por huir, así sea de manera ficticia, se convierte en algo recurrente. Una historia donde el protagonista se opone a la desgracia con una frágil y a veces tímida sonrisa que paulatinamente parece ausentarse y verse vaciada de cualquier optimismo. No obstante, esto no es más que la propia decisión y voluntad final, así sea inconsciente, del protagonista.
La forma en que Oslo 31 de agosto desarrolla esta inevitable recaída incluso sorprende ya que no revela el misterio del individuo, e incluso lo confunde con el de una vida urbana de contornos inciertos. Anders sigue siendo una figura borrosa pero indeleble que deja que sus pasos se desvanezcan, que sus notas se desvanezcan, escuchando a un mundo que sigue su curso de manera precipitada.


