La soledad en Alicia en las ciudades

El sentimiento de la soledad en Alicia en las ciudades (Wim Wenders, 1974)

Sinopsis

Alicia en las ciudades es en realidad la historia de Philip Winter, un hombre que ha viajado por Estados Unidos para escribir una historia para un periódico, mas lo único que ha hecho a sido tomar fotografías. Abatido, decide regresar a Alemania, pero en el aeropuerto se encuentra con un impedimento. No hay vuelos hacia ninguna ciudad alemana, lo más cercano que puede llegar es a Ámsterdam. Una mujer se acerca a preguntar lo mismo y al ver la situación decide comprar un boleto para ella y otro para su hija, Alicia. Philip se une al viaje. Lamentablemente, antes de abordar el avión, la mujer le deja un recado: él debe llevar a Alicia a Ámsterdam. 

Las ciudades y Alicia

La madre de Alicia, desde un principio, menciona que han vivido en cinco diferentes ciudades. La última de estas es Nueva York, en donde se encuentran al principio de la película. Alicia, de nueve años, claramente ha sido afectada por ello, en especial sabiendo que la razón de sus mudanzas ha sido la relación amorosa y revoltosa de su madre. Está acostumbrada, en parte, a estar de aquí a allá. Por ello, apenas llegan a Ámsterdam, quiere moverse por la ciudad, mostrársela a Philip.

El problema de todo esto es que están esperando a su madre, pero esta no llega. Alicia se siente abandonada al saber que su madre ni siquiera había estado en la lista de pasajeros del avión en que supuestamente iba a viajar. Corre, triste, a esconderse al baño a llorar. Philip no quiere quedarse con ella, sabe que no puede esperar para siempre a su mamá, pero después de calmarse decide llevarla con su abuela, quien supuestamente vive en Wuppertal. Allí empieza el verdadero viaje entre ciudades del dúo Alicia-Philip.

Más de una vez en el film le dice a Philip que este la va a dejar; y con toda razón piensa de esta manera. Ha sido abandonada por su mamá, tiene miedo de que la abandonen otra vez. De estar sola entre otra ciudad nueva, sea Ámsterdam, Wuppertal, o incluso Düsseldorf. De estar sola en el mundo. Encuentra el consuelo de su soledad en Philip, se aferra tanto a él que incluso cuando este intenta dejarla en manos de la policía, ella huye para verlo. Quiere estar tanto con él, que cuando se descubre la ubicación de su abuela y su madre, sufre más de tristeza por dejar a Philip que de emoción por ver a su madre. Pero, ¿por qué habría de ser de otra manera? Ella la ha dejado sola, mientras Philip la ha ayudado todo lo que ha podido y la ha acompañado por todos lados.

Las fotografías y Philip Winter

Philip, por su parte, se siente solo con sí mismo. Al principio de la película busca a una amiga que lo aloje, pero ella no quiere hacerlo. Entre otras cosas, le reclama lo siguiente:” Por eso no dejas de hacer fotos, para tener algo palpable. Otra prueba más de que eres tú quien ha visto algo” a lo que él le responde que sí, “hacer fotografías es una prueba” que al final lo decepcionaba porque la fotografía no era la misma que la realidad que él veía.

Cuando viaja con Alicia de Países Bajos a Alemania casi no toma fotografías. Deja de lado su solitud, su perdición, para encontrarse junto a ella. Se preocupa por ella como nadie lo ha hecho por él. Incluso gasta los escasos 300 dólares que ha ganado de vender su auto en Nueva York para hoteles caros y diversos medios de transporte para encontrar a la abuela de Alicia. Sin embargo, a veces la misma niña la saca de quicio. Pero cómo no habría de hacerlo, él no está acostumbrado a la compañía. La misma solitud de sus fotografías lo demuestra. No obstante, se encariña con Alicia. Al igual que ella, cuando encuentran a los familiares de la niña, se entristece al saber que la tiene que dejar.

Esto es esencialmente porque él la quiere como si fuera su padre. Ha pasado de convertirse en un fotógrafo triste y solitario a padre de una niña perdida en muy poco tiempo. Si bien tiene dificultades para actuar de acuerdo a esta nueva realidad, no la espanta. Los momentos en que lo hace es porque está asustado de su propia vida y de la integridad de Alicia. ¿Por qué habría él de cargar la responsabilidad? Mejor la pueden cuidar las autoridades. Pero, en el fondo, sabe que no es así. Apenas la niña regresa a él, se empeña en cuidarla hasta que pueda llegar a ver a su madre. Lo que no sabe es que en realidad Alicia ahora completa su historia, la que lo habían mandado a escribir, pues ahora es la cura de la soledad, la cura de lo que no lo dejaba escribir. Al final, no necesitaba de las fotografías ni de los viajes, sino necesitaba de Alicia.

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Adriana Maza Amante de la literatura, el cine y, más que nada, la escritura desde que tengo memoria. Me gusta encontrar el significado oculto de todo.
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