La breve historia del cine afroperuano

Un recuento de la presencia Afroperuana en el cine nacional

Desde el 2006, se ha declarado en nuestra nación el día 4 de junio como el día de la Cultura Afroperuana. En un marco de celebrar esta fecha y como aporte a la escasa o casi inexistente investigación al respecto, he dedicado este artículo a una recopilación de la presencia de nuestros compatriotas afroperuanos en el cine peruano.

La historia del cine afroperuano inicia en el año 1974, cuando nuestra madre del cine, Nora de Izcue filma el corto Guitarra sin cuerdas, donde mezcla escenas de documental con algunas de ficción. Izcue nos transporta al valle de Chincha, una de las cunas de la cultura afroperuana, donde un grupo de niños descubre la historia de su cultura a través del relato de un anciano, siendo esta la primera vez que se hace una cinta donde podemos ver personajes afrodescendientes siendo los protagonistas de su historia. Este sería el primer encuentro de la directora con el mundo afroperuano, ya que más adelante desarrollaría otro mediometraje y escribiría un guion que nunca se rodó. Esta película se encuentra en proceso de recuperación, esperemos que pueda darse y que pueda ser difundida para todos.

La historia continúa en el año 1975, cuando se filma en El Carmen, Chincha, una recreación de una fascinante anécdota real de los años de esclavitud, esta cinta no llegaría a ser película sino hasta 1983. El director peruano Carlos Ferrand junto al grupo Cine Liberación sin Rodeos realiza este docudrama: Cimarrones. Vemos aquí la representación de una emboscada que planteó un grupo de esclavos que huyeron de su esclavitud, llamados cimarrones, contra un convoy de esclavistas que llevaban a dos de los suyos a su ejecución. A pesar del poco reconocimiento que tiene en el medio, Cimarrones es una película sumamente importante por contar un pedazo de la historia afroperuana colonial que ayuda a comprender el cimarronaje, además de contar con la participación de figuras importantes como el poeta Enrique Verástegui en el guion, el músico Carlos Hayre como musicalizador y el ícono de la afroperuanidad Don Amador Ballumbrosio como actor.

El siguiente capítulo llega en las producciones de cortometraje que realizó el cineasta Francisco Salomón: Al filo de la luz (1980) y Candico (1985). Al filo de la luz, presenta una historia ficcional de dos ladrones, Chito y Zambo deciden robar un templo católico, para lo que necesitan la ayuda de Juan, un delincuente retirado. La película cuenta con la actuación de los actores afroperuanos Julio Vega y Óscar Vega. El filme Candico es un documental que se hace en torno a Candelario Navarro, quien fuera la inspiración para uno de los máximos exponentes de la narrativa afroperuana, Gregorio Martínez, en su libro Canto de Sirena (1977). Candelario Navarro fue un hombre de mil oficios, nacido en Acarí y residente en Ica. Candico fue gran amigo del arqueólogo Julio C. Tello, quien le enseñó el oficio de la extracción de huacos, oficio que muestra en la cinta. Esta película es un documento valiosísimo como registro testimonial de uno de los personajes afroperuanos más icónicos y muestra, a su vez, el curioso trabajo de los huaqueros. Este filme es prácticamente un sobreviviente a los años y al olvido, ya que estuvo perdido por décadas y la única copia que se conservaba fue pasada de mano en mano por los hijos de los huaqueros que aparecen en la cinta, hasta llegar de nuevo al director quien evaluó su remasterización.

Otro punto importante es la presencia de afroperuanos en los documentales del Grupo Chaski, me refiero a aquellos encontrados en su serie documental Relatos de sobrevivencia. Destaco los cortometrajes Cucharita, Crisanto el Haitiano y El taller más grande del mundo. Estas cintas reflejan con mucha sensibilidad lo que significaron los años ochenta al país y a sus pobladores más humildes, sirviendo de portavoz de todos ellos. A pesar de este ser un gran aporte, no es el más importante del grupo Chaski para esta historia del cine afroperuano, pues entre sus realizadores tenemos a Fernando Espinoza: el único director afroperuano de cine. Espinoza dirigió con Chaski el cortometraje Sobreviviente de oficio (1990) y codirigió las populares cintas Gregorio (1984) y Juliana (1989). Esta última cinta es a su vez uno de los pocos largometrajes actuados en papel principal por una afrodescendiente, en este caso Rosa Isabel Morfino quién encarna a Juliana tanto en esta película como en Anda, Corre, Vuela (1995) de Augusto Tamayo. Además, vemos nuevamente a miembros de la familia Ballumbrosio, en este caso los gemelos José y Miguel Ballumbrosio, quienes nos deleitan con su zapateo y el uso del cajón peruano, costumbres cultivadas por su ya mencionado padre Don Amador Ballumbrosio.

Reiterando el tema de la familia Ballumbrosio, existe un bellísimo corto llamado Es Amador realizado por el poeta César Calvo, el músico Miki Gonzales y el cineasta Roberto Bonilla, no di con el dato de la fecha, pero me parece importante recalcarlo en estos años, pues Amador fue gran influencia para Gonzales en su música de los años ochenta. El corto nos muestra a la familia realizando el popular zapateo chinchano, mientras escuchamos la música tradicional, el Panalivio, podemos oír también los poemas de Calvo.

Por aquellos años, Nora de Izcue regresa a Chincha a rodar y presenta el cortometraje documental Color de Mujer (1990), una bella cinta dedicada al personaje de Cecilia Cartagena, Mamá Chicha, una mujer afroperuana del valle de Chincha que ha dedicado su vida a sacar adelante a su familia, apoyándose en la cooperativa y en el trabajo duro. La propia directora declaró en una entrevista que antes de escoger los temas a filmar, buscó al personaje, fue por ello que Mamá Chicha fue quien impulsó a tocar el tema de la reivindicación afroperuana y el deseo de que su descendencia no olvidara a sus ancestros africanos y comprendieran el verdadero valor de su cultura y raza; temas tratados en la película. Izcue declara que esta obra suya es un homenaje a la mujer negra.

Entrados en la década de los noventa, la historia de la dirigente afroperuana Maria Elena Moyano fue llevada al cine en dos ocasiones: en 1995 en el cortometraje documental Contra el viento de Ana Caridad Sánchez, producido por la Asociación Guarango y en 1998 en el largometraje biopic Coraje de Alberto “Chicho” Durant. Estos trabajos muestran cómo Moyano fue quien luchó por los derechos de las mujeres en el distrito de Villa María del Triunfo y fue asesinada por miembros del grupo terrorista Sendero Luminoso.

Otro aporte importante es el de Alejandro Legaspi, reconocido director uruguayo afincado en el Perú, director de Grupo Chaski, con su cortometraje Un día especial (1997), una versión libre del cuento de la argentina Liliana Heker, La fiesta Ajena. Este corto narra la historia de Anita, una niña afrodescendiente de condiciones humildes, hija de la empleada del hogar de Doña Teresa. Anita es invitada a la fiesta de la hija de Doña Teresa y a pesar de ser el alma de la fiesta, bajo un acto cruel, Doña Teresa le hace saber que ella no es considerada como una invitada más.

De igual manera, a través de organizaciones de activistas afroperuanos se han realizado mediometrajes documentales para hablar sobre el reconocimiento y la revalorización cultural. Uno de ellos es Afroperuanos: La ruta de nuestra identidad (2015), desarrollado por Ashanti Perú. Es un corto filmado por jóvenes con sus propias visiones sobre la historia de la cultura afroperuana. Esta película muestra el recorrido de dos amigas por el sur de Lima, redescubriendo su identidad en diversas haciendas y pueblos de Chincha. Otro mediometraje fue el desarrollado por la agrupación Cimarrones: El quinto Suyo del mencionado director Fernando Espinoza de Grupo Chaski. Este filme, que fue presentado de forma póstuma, puesto que el director falleció el 1992; en él se habla sobre los aportes de la cultura afroperuana a la construcción del Perú y denuncia la invisibilización y negación que existe sobre ello debido al racismo, la discriminación y la marginación en la sociedad.

A inicios de la década pasada, el productor y director peruano Alfredo Béjar realiza una película documental sobre el boxeador afroperuano Mauro Mina, el Bombardero de Chincha. Imaginando a Mina (2011) narra la historia de superación de Mina, quien nacido en Ica en las haciendas de algodón superó el racismo y las adversidades sociales hasta lograr llegar al Madison Square Garden, convirtiéndose en el más influyente boxeador peruano.  

Luego de varios años de ausencia en el cine de ficción peruano, la imagen del afroperuano reaparece en cintas del emergente cine comercial de la década pasada. Macho peruano que se respeta (2015) y Gemelos sin cura (2017) son algunos ejemplos de estas producciones, en las que se presenta a dos cómicos afroperuanos, Carlos Vilches y Pablo Villanueva “Melcochita” respectivamente, quienes han forjado sus carreras en la televisión y decidieron dar el salto al cine, en ambos casos de la mano de Carlos Landeo.

Estas dos cintas, a pesar de haber reanimado la representación del pueblo afroperuano en el cine, forman una errada imagen de este mismo, mostrando actitudes machistas y racistas. A pesar de que sus imágenes y caracteres son validados en la televisión por muchas cadenas que permiten estos tipos de comportamientos inmorales, es reprochable que este entendimiento persista y que migre hacia el cine.

Por otro lado, dentro del cine de corte comercial más actual, tenemos los biopic de los jugadores de la selección peruana de fútbol, Paolo Guerrero y Jefferson Farfán. Guerrero (2016), producida por la famosa productora Tondero y dirigida por Fernando Villarán, presenta al joven actor afroperuano Rony Shapiama como Paolo Guerrero. En esta película también vemos a Ray del Castillo, actor afroperuano que da vida a Farfán tanto en este filme como en La Foquita, el 10 de la calle (2020).

Cabe decir que desgraciadamente, la película de Guerrero presentó un blackface por parte de la actriz que encarga a la madre del jugador: Magdyel Ugaz. Esta decisión de producción causó vergüenza e indignación por la evidente vinculación que tiene el maquillaje para ennegrecer a los actores con tendencias racistas y discriminadoras de la historia del cine y la televisión mundial.

Llegamos a la actualidad, dónde apenas hace unos meses tuvimos el estreno de La foquita, el 10 de la Calle, del joven director Martín Casapía. Este biopic muestra la historia superación que tuvo el número 10 de la selección peruana.  La historia está protagonizada por 3 diferentes actores en cada una de las etapas de la vida del jugador, de niño por Rey del Castillo, su etapa adolescente por su hermano Ray del Castillo y finalmente su adultez por Jean Franco Sánchez. Este filme como afirma la actriz Anaí Padilla, quien interpreta a la madre de Farfán en la cinta, tiene un elenco conformado en un 80% por actores afroperuanos. Teniendo en cuenta este dato y la temática de superación en la historia de Farfán, esta película muestra una imagen positiva sobre la presencia de personajes afrodescendientes en el cine y viene a ser una película muy importante dentro de esta historia.

Nuestro cine ha demostrado que la configuración de quienes lo realizan capta ampliamente el tipo de actores que se utilizan y las historias que se cuentan. La presencia de técnicos y realizadores afroperuanos ha sido muy breve en nuestro país, reconociendo dentro de mi investigación únicamente al director Fernando Espinoza. Hay directores que han incluido, durante muchos años, en el casting de sus películas a actores afroperuanos como es el caso de Francisco Lombardi, quién los ha presentado desde sus primeros trabajos, pero, como en muchos casos, en espacios secundarios y de baja recordación.

También cabe recalcar el amplio trabajo de nuestros actores afroperuanos que han entregado sus actuaciones en los mencionados papeles secundarios y, aun así, deslumbrando con sus actuaciones. Tenemos a Oscar Vega, actor en diversas cintas como Muerte al Amanecer (1977), Muerte de un magnate (1981), Maruja en el Infierno (1983), Abisa a los compañeros (1980), entre otros. Otro actor destacado es Américo Zúñiga en Django 2 Sangre de mi sangre (2018), Mañana te cuento 2 (2008), Once machos (2017) y La gran Sangre La película (2008). Un actor y bailarín afroperuano que está haciendo carrera recientemente es el anteriormente mencionado Ray del Castillo, que junto a su papel de Jefferson Farfán tiene otras tantas experiencias en el cine en Django 3 en el nombre del hijo (2019) y Una navidad en verano (2017). Hay actrices que han estado presentes en producciones de cine como Anaí Padilla en La foquita: el 10 de la calle (2020) y Ebelin Ortiz en El evangelio de la carne (2013) y Locos de amor 3 (2020). Además de los actores nombrados, hay muchos otros que han tenido apariciones efímeras en el cine e incluso muchos otros que no han tenido la oportunidad, pues es importante poner en claro que hay y ha habido un número considerable de actores afroperuanos.

Considerando todo lo antes mencionado, la presencia afroperuana representa una parte minúscula de la producción cinematografía en el país, podemos decir que esto viene influenciado por lo grupos que hacen el cine y de cómo se ha desarrollado con el paso de los años. Creo que nuevamente nos vemos ante un espacio donde lo criollo a usurpado el entendimiento afro y ha provocado que el reconocimiento de esta cultura y su expresión en la sociedad, como en el cine, sean muy marginalizados. A pesar de que esta revisión de toda la historia de la presencia que han tenido los afroperuanos en el cine no ocupe más de 3 páginas, es posible decir, gracias a algunos ejemplos recientes, que el impulso del cine afroperuano puede llegar en un futuro.

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Carlos Estremadoyro Soy estudiante de Audiovisuales, aspirante a cineasta. Apasionado por el cine mundial y conocedor del contexto e historia del cine nacional. Interesado en temas de gestión cultural, indigenismo, afro peruanismo y proyección social.
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