Funny Games y la denegación en la gratificación del espectador

La denegación del deseo en el espectador en la obra de Michael Haneke se da partir de nuestra complicidad como participantes en el juego, resulte nuestra ocupación de forma pasiva y de la posición de la cámara

 

Perenne en su representación de la violencia, Funny Games, película dirigida por Michael Haneke y estrenada en 1997, nos detalla en torno al acometimiento del estado natural de una familia por dos sujetos jóvenes, Paul y Peter, cuyo intento de juego, dentro de un hogar, provocará la muerte en cada una de sus tres víctimas. En el desarrollo de la película, avizoramos que el juego dantesco, controlado por estos dos sujetos, se da no solo entre los personajes, sino también en el espectador, cuyo deseo de gratificación queda denegado por dos escenas del film durante su participación. Por consiguiente, se analizará la escena en la que Paul se dirige al espectador, rompiendo la cuarta pared, y la escena del reinicio del control remoto.

En primer término, en la escena de Paul al dirigirse al público, se hace evidente la participación del espectador en el juego y su complicidad. De esta forma, Paul pregunta: ¿Tienen alguna posibilidad? ¿Estás de su parte? A partir de ello, tomamos partido en el juego y decidimos de qué lado de los participantes debemos estar. Escuchamos, sentimos el  sufrimiento, la desgracia y las muertes de los personajes después de todo. Somos partidarios de ellos, somos cómplices. Se da una especie de voyerismo en nosotros; no obstante, visualmente, todo esto se nos deniega. No lo contemplamos del todo, puesto que nos encontramos alejados de los sucesos a partir de la cámara y sus planos fijos.

En segundo término, en la escena del retroceso por el control remoto de la televisión, se le niega al espectador el goce de la muerte de Peter por Anne. Somos cómplices. Eso es cierto. Empero, las partes violentas no son complacidas para el público. Por otro lado, el dispositivo del control remoto hace evidente la utilización de medios digitales para denegar este placer. Es, además, esclarecedor que la representación de la violencia se encuentra en los medios digitales. Y esta violencia, en el film, se nos niega partir de una sola rebobinación.

En suma, la denegación del deseo en el espectador se da partir de nuestra complicidad como participantes en el juego, resulte nuestra ocupación de forma pasiva y de la posición de la cámara, cuyos planos fijos nos aleja un poco de los sucesos violentos. De igual forma, el retroceso del control remoto de la televisión imposibilita esa mirada más profunda del acto y deseo violento. En efecto, el espectador queda denegado de disfrutar de las acciones violentas de Peter o de Paul sobre Anne, George y el niño.

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Alejandro Zapata Escritor, aficionado a la literatura y el cine. Publicaciones compiladas en el Festival de Cine de Lima y autor del poemario "El recuerdo de lo azul" (2018).
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