En el cine como en la vida

Nos dejamos llevar, nuevamente a una nueva montaña rusa de sensaciones que esperamos jamás termine.

El análisis al que nos puede llevar la exploración que podemos tener con el cine nos permite seguir una secuencia de películas que, muchas veces, deriva sin previo aviso a otra desconocida en todos sus aspectos: director, actores, guionistas, productor, etc. Sin embargo, aquella primera experiencia, en donde confluyen emociones, curiosidad y plena atención es indescriptible, más aún si la experiencia resulta agradable y decides explorar la filmografía de los involucrados. Es decir, nos dejamos llevar, nuevamente a una nueva montaña rusa de sensaciones que esperamos jamás termine.

Así es cómo uno va descubriendo nuevas cintas para ver, navegando sin rumbo determinado o simplemente resignados al fatalismo. El mundo audiovisual no solo es lo que perciben nuestros ojos, sino también lo que fluye por nuestro cuerpo, aquella causal de querer investigar más, reirnos, llorar, enojarnos, coger el control remoto o presionar una tecla del teclado; es incluirlo en lo más sagrado que tenemos: el tiempo. Porque sin querer ya forma parte de nuestra vida y nosotros de ella, debido a que somos los personajes de una historia sin director y guión que muchas veces detestamos. Sin embargo, nos calmamos porque siempre hay algo por ver, una historia diferente (y tal vez más interesante) que nos sumerge en un viaje sin retorno que nos permitirá incluso soñar despiertos.

Cabe mencionar que actualmente la monotonía y agotamiento cotidiano ante lo que nos toca afrontar nos lleva a refugiarnos en el entretenimiento, la panacea perfecta de la sociedad actual. Sin embargo, muchas veces eso nos lleva a conformarnos con lo simple, no ser críticos con el contenido, sino sumisos al fin. Sí, somos libres de ver lo que queremos, pero debemos ser conscientes que ese espectáculo complaciente puede llegar a convertirse en un círculo vicioso difícil de satisfacernos a largo plazo.

El buen cine, aquel que deja una enseñanza con aspectos técnicos resaltantes a través de un tema universal, incrementa nuestro bagaje cultural y nos permite desarrollar, al igual que la literatura, una crítica inconformista ante vida. Nos rebelamos frente a lo que nos rodea y más que condenarnos a ser infelices, ampliamos nuestra visión de la vida, descubrimos y revaloramos aquello que parece ser banal en lo cotidiano y le damos un nuevo significado a las cosas. En otras palabras, nuestra imaginación fluye con libertad.

Podemos decidir qué viaje seguir para poder abandonar nuestra realidad, conocer nuevos mundos, entre realistas y falsos, para explorar aspectos desconocidos y profundos secretos que nuestra condición de espectador nos permite alcanzar.

Debemos admitir que la pasión incrementa cuando somos testigos de un plano secuencia, vuelta de tuerca, diálogo profundo, muerte de un personaje, se presenta la canción original de la película, etc.; alimentamos nuestra mente con estos sucesos llenos de emociones, por ese motivo jamás descansamos cuando nos gusta el cine porque nuestra memoria nos evocará en todo momento escenas hasta que encontremos el eslabón perdido, aquella pieza que ponga fin al ciclo interminable de nuestra alocada y fantástica aventura. Sin embargo, spoiler, eso jamás sucederá.

Recomendaciones

Porque no quiero terminar sin dar una recomendación, mencionaré a dos directores con las películas que encontré por serendipia hace un tiempo. Este es el caso de Jacques Tati con Las vacaciones del Sr. Hulot (1953) y Mi tío (1958), y Emir Kusturica con Papá está en viaje de negocios (1985) y Underground (1995).

Por un lado, el estilo de ambas películas de Tati permite explorar el estilo cómico del director, quien se apoya  mucho de lo visual, el sonido y la particularidad de su personaje principal. Las situaciones que este afronta son un reflejo de las vicisitudes que hemos pasado alguna vez y de no ser así, jamás nos sucederán. Sumado a ello, la escasez de diálogos no busca la profundidad, sino que las imágenes hablen por sí solas permitiendo que las secuencias den paso a escenas agradables y entretenidas.

Por otro lado, las dos películas de Kusturica son fieles a su crítica social característica, donde es capaz de narrar con naturalidad situaciones grotescas apoyado de la extravagancia de sus personajes, abandonados a su suerte en las incoherencias que muchas veces trae consigo nuestros principios y relaciones humanas. Además, el humor siempre está presente, incluso en momentos dramáticos e inesperados, permitiendo que nuestra mirada no se distraiga en ningún momento, como cuando escuchamos “Le petit somnambule s'en va retrouver Macha (Mesecarenje do Mase)” de Zoran Simjanovic en la primera película.

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Christian Rios La lectura y el cine son mi antídoto perfecto para poder viajar a un mundo diferente. Más que una pasión, forman parte de mi vida. Escritor de ficciones y realidades, nefelibata de nacimiento.
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