El sueño americano del cine

“Hablar de sueños es como hablar de películas” decía Fellini

Existe una disputa entre aprehender una de estas frases como la original: ¿el arte imita la vida o la vida imita al arte? Pero entre estas dos fórmulas, para el artista, existe el sueño, el deseo, la sed. Unos cuantos años antes de ingresar a los 2000, el cine de gangster tenía un apogeo: Goodfellas de Martin Scorsese, Once Upon a Time in America de Sergio Leone y el remake de Scarface por Brian De Palma. Estas cintas tenían algo en común más allá de las armas, el dinero, las drogas y una femme fatale que conquistar, era el sueño americano que envolvía la vida de estos personajes que representaban a una minoría explotada en el país norteamericano.

Desde Harlem del Este, barrio neoyorquino donde se alojan tanto latinos como italoamericanos, hasta el Éxodo de Mariel, movimiento donde cientos de cubanos se instalaron entre las religiosas filas de palmeras en Miami, es entre los años 80 y 90, donde el cine supo capitalizar a través de personajes marginales, sus deseos de atrapar el sueño americano. No es una sorpresa que estos tres filmes a analizar, terminan siendo largometrajes inspirados en personajes de la vida real: Al Capone, Harry Gray, Henry Hill, Tommy Desimone, entre otros nombres que están registrados en las estaciones de policía de Estados Unidos.

Es el mundo capitalista, donde las oportunidades para las minorías siempre son difíciles y más aún, las ganancias en un trabajo asalariado para los inmigrantes en las últimas décadas de los 90 's. Hollywood estableció ciertos paradigmas a lo cual nos acostumbraremos de ver en este tipo de película: cómo es el ascenso hacia este mundo de ganster que parece ser la única solución para nuestro protagonista o lo único que saben hacer. Como Noodles o Henry Hill, “desde que yo recuerdo y desde que tuve uso de razón, siempre quise ser un gángster”, situación que experimentaba un asmático niño Martin Scorcese mientras veía por su ventana su barrio en Nueva York.

En este complejo mundo de las mafias y el ascenso al poder, se suscribe el sueño americano a través de 3 categorías, según el libro de Hochschild, Facing up to the American dream. El primero, el éxito absoluto, donde cumplir con un objetivo que asegure la posición más alta de donde se comienza. Tony Montana, donde lo vemos al principio como un cocinero y luego, como un magnate de la mafia. Segundo, el éxito competitivo, donde la derrota sobre otros competidores conlleva a la superación de los vencedores. En este punto, tanto Noodles, Henry y Tony tienen este principio de querer sobreponerse sobre alguien encima de ellos para poder establecerse en el éxito que tanto desean. Por último, el éxito relativo será mejor del ideal que cada uno tiene, como en el caso de Tony quien en un principio admira a personajes de filmes de Hollywood y asimismo, Henry y su admiración por cada uno de los miembros de la familia italiana.

Es entre bloques de cocaína, la vida nocturna y el hambre por las mujeres es que el cine representó su deseo de poder. “The world is yours” deambula la frase a lo largo del globo terráqueo que tiene enfrente Tony Montana en su mansión. Cree que teniendo lo que quiere, será feliz, pero cuando es asesinado, la cámara hace un paneo sobre la frase, haciendo referencia a que la obsesión de obtener el mundo puede generar consecuencias fatales. Mientras que Henry Hill nos lleva con un plano secuencia en donde todo el mundo lo prioriza a él y a la mujer que tiene en su brazo, pasando por alto todo requerimiento que tendría un ciudadano normal. Sin embargo, acabando atrapado desde los mismos cielos tan altos como por donde su nariz llegó por las líneas de cocaína cuando su hermana tomó el teléfono en el momento equivocado.

La fantasía del materialismo no puede ocultar la violencia y la decadencia que esconde el mundo del crimen organizado. En ese sentido, Goodfellas puso en escena las características de una época donde el poder deseado por muchos comenzaba a desdibujarse a lo largo de la trama. Once Upon a Time in America detalló las crueldades, la traición tanto del amor como de las amistades y el poco deseo de reivindicación de nuestro protagonista principal que es ascendiendo en el poder de los barrios de Nueva York a pesar de ser encarcelado. Para esta época el mundo trataba la mayoría de las veces como criminales que habían asaltado sus ciudades, algo irónico para ser Estados Unidos, un país que se formó por la migración. Es ante ello que, los cineastas definieron el término de las calles como una de las cunas para la vida criminal.

El cine fluctuó durante estos años a través de la visión de estos directores como una forma de retraer a las masas, la cultura, sueños y esperanzas de personajes marginados que fueron parte esclavos de una sociedad que los menospreciaba en su intento de atrapar el sueño americano. Cristalizando las ideas de los anti-héroes como ciudadanos que buscan intentar conseguir una vida mejor en las grandes manzanas, que, a pesar de sus fechorías, saben y reconocen los principios bajo los cuales están siendo criados: el respeto, la familia, la religión y el goce.

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Fabrizio Cespedes Estudiante de Comunicación y Periodismo en la UPC. Las artes visuales son mi espacio seguro y de experimentación constante. Escribir, fotografiar y diseñar son parte de lo que soy.
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