Breve historia del cine ecuatoriano
El largo camino hacia una ley de cine.
El cine ecuatoriano es todavía desconocido por la gran mayoría de audiencias de Latinoamérica y es que si bien tiene una larga trayectoria tiene un escaso desarrollo en el que cada cinco o diez años aparece tímidamente un largometraje, que por su calidad técnica y narrativa, y principalmente por su importancia social, se convierte en la esperanza cinematográfica nacional. Sin embargo, la falta de políticas públicas sólidas de ayuda a la industria audiovisual, tanto para la producción como para la distribución y exhibición, la falta de presupuesto y el prejuicio del público nacional hacen que el cine ecuatoriano no pueda ser una realidad.
Todo comenzó en Guayaquil
Con una experiencia previa de imágenes proyectadas por un linterna mágica en las clases del científico alemán Theodor Wolf en Quito, en 1899 se exhiben en el teatro Olmedo en Guayaquil las primeras películas traídas por la compañía Watry y Casthor las cuales muestran un corrida de toros en Sevilla, un desfile militar en París y el jubileo de la Reina Victoria en Londres.
En 1906, el italiano Carlo Valenti llega a Guayaquil con su compañía itinerante del cinematógrafo donde filma y exhibe los primeros registros cinematográficos hechos en Ecuador: ‘Amago de incendio’, ‘Ejercicio del cuerpo de bomberos’ y ‘Procesión del Corpus en Guayaquil’. Ese mismo año repitió la experiencia en Quito y exhibió en el Teatro Sucre ‘Vistas del Conservatorio Nacional de Música’ y ‘Fiestas patrias del 10 de agosto’.
Cuatro años más tarde, en 1910, asimismo en Guayaquil, se crea la primera empresa ecuatoriana de producción y distribución de cine, Ambos Mundos, de la mano de Francisco Parra y Eduardo Rivas Orz. Este último abre el año siguiente la primera sala de cine de la ciudad, el Teatro Edén, y en 1921 imprime la primera revista especializada en cine del Ecuador, Proyecciones del Edén.
En los próximos años se abren nuevas salas de cine tanto en Guayaquil como en Quito –para 1922 llegan a haber 20 en la primera y 4 en la segunda–, las cuales ofrecen varias proyecciones al día. Es así que se consolida la práctica social de ir al cine como una forma de esparcimiento para las clases altas y medias pero bastante restringida para las trabajadoras por los precios de las entradas y la indumentaria que se requería para asistir. Según datos de la Cinemateca Nacional del Ecuador, un peón agrícola ganaba en promedio 60 centavos al día y una entrada al teatro costaba más o menos 50.
En 1924, el joven guayaquileño de 19 años Augusto San Miguel funda la Ecuador Film Co., y con ella estrena ese mismo año el primer largometraje argumental ecuatoriano, ‘El tesoro de Atahualpa’, producido y protagonizado por San Miguel y dirigido por el chileno Roberto Saa Silva. El film cuenta la historia de un doctor en busca del famoso tesoro inca gracias a las indicaciones que un hombre indígena le da como agradecimiento por brindarle atenciones médicas.
San Miguel y la Ecuador Film Co., tanto con ‘El tesoro de Atahualpa’ como con su tercer largometraje de ficción, ‘Un abismo y dos almas’ (1925)–el cual es una crítica al maltrato del indígena en el Ecuador–, inauguran la introducción de representaciones indígenas en el cine nacional las cuales a lo largo de la historia cinematográfica del país, poco en la ficción y más en el documental, son constantes.
Justamente, los films documentales que inician esta tradición son ‘Sobre el Oriente ecuatoriano’ del italiano Carlos Bocaccio en 1926 y, principalmente, ‘Los invencibles shuaras del Alto Amazonas’, del sacerdote salesiano italiano Carlos Crespi en 1927, catalogado como el primer documental etnográfico del Ecuador por la Cinemateca Nacional. Para Christian León, profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar, estas experiencias iniciales presentan a “las imágenes del indio como una forma de producción de sentido vinculada a un proyecto político y cultural de producción de identidades como mecanismo de dominación“ (León, 2005).
Asimismo, en la década de los 20 se realizaron registros de importante valor histórico y social ya que, por un lado, muestran la cotidianeidad con toda su complejidad de un Quito en proceso de modernización: éstos son los registros del aficionado Miguel Ángel Álvarez; y, por otro, el inicio de la propaganda gubernamental en el Ecuador con los Noticieros de la Ocaña Films.
Documental indigenista y desarrollo institucional
Con la llegada del cine sonoro en 1930, la producción de películas de ficción disminuye notablemente hasta la década de los 90, en contraposición con el documental que, junto a los reportajes, tienen un mayor desarrollo.
Por su parte, el boom del documental indigenista se produce en las décadas de los 70 y 80 con títulos como ‘La minga’ de Ramiro Bustamante (1975), ‘Entre el sol y la serpiente’ de José Corral Tagle (1977), ‘Los hieleros del Chimborazo’ de Gustavo Guayasamín (1980), entre otros. Al respecto, Christian León afirma que “el documental de esta época reafirma la concepción colonialista que tienen los intelectuales mestizos sobre el indígena y actualiza el mito de ‘la raza vencida’” (León, 2011).
Sin embargo, en la década de los 90 se produce el primer gran levantamiento indígena en el país el cual consolida su fuerza política y social y repercute en la forma en que estos grupos reivindican su identidad al tomar las riendas de sus representaciones. Es así que fomentan dentro de sus comunidades la autorepresentación en cine y video, proceso que desemboca en el Festival Continental de Cine y Video de las Primeras Naciones Abya-Yala en 1999 el cual llega a tener cuatro ediciones bianuales.
En 1977 se funda la Asociación de Autores Cinematográficos del Ecuador ASOCINE y en 1981 se crea la Cinemateca Nacional del Ecuador cuyo objetivo principal es la preservación, recuperación y difusión del patrimonio cinematográfico ecuatoriano. Asimismo, fomenta la investigación y la formación de públicos. En la actualidad, cuenta con un film scaner que hace posible la digitalización de distintos tipos de formatos analógicos a formatos que van desde el mp4 de baja calidad hasta videos en 2K, con el que se digitalizan entre 15 y 30 películas al mes. También, cuenta con un portal web de libre acceso en el que se puede encontrar distintas películas, cortometrajes y videos representativos del patrominio audiovisual ecuatoriano del siglo XX.
Un nuevo inicio
Hasta que, en 1990, llega ‘La Tigra’ de Camilo Luzuriaga, una adaptación del cuento homónimo de José de la Cuadra sobre una mujer que lucha por mantener el dominio sobre sus tierras, la cual se convierte en una de las películas más taquilleras del Ecuador con 250 000 espectadores.
Y, en 1999, se estrena el largometraje ‘Ratas ratones rateros’ de Sebastián Cordero, película que, además de permanecer 6 meses en cartelera, para muchxs marca un antes y un después en el cine ecuatoriano ya que innova con una temática –la del mundo de la delicuencia callejera– y una narrativa –por los estudios del director en el extranjero– nunca antes vistas en el cine nacional. A finales del 2019 y conmemorando los 20 años de su estreno, Cordero sube a Vimeo el scan 2k de ‘Ratas ratones rateros’, hecho con el apoyo de la Cinemateca Nacional, para su visualización gratuita.
Siguiendo los hitos del cine ecuatoriano, en 2006 se estrena ‘Qué tan lejos’ de Tania Hermida, la tercera película más taquillera del Ecuador, que se estima es una de las pocas películas ecuatorianas en recuperar sus costos de producción en el mercado nacional.
Ley de cine
Finalmente en el 2006, y después de casi 30 años de lucha de la ASOCINE, se aprueba la primera Ley de Fomento del Cine Nacional. Con ella se crea el Consejo Nacional de Cine, o CNCine, cuyas principales funciones son las de fomentar el desarrollo de la industria cinematográfica nacional por medio de apoyos a la producción –con el Fondo de Fomento Cinematográfico otorgado mediante concurso público–, y a la difusión y promoción tanto nacional como internacional.
En el 2016 el CNCine se convierte en ICCA –Instituto de Cine y Creación Audiovisual– debido a la aprobación de la primera Ley Orgánica de Cultura del Ecuador y en el 2020, como parte del plan de optimización del Estado, el ICCA se fusiona con el IFAIC –Instituto de Fomento de las Artes, Innovación y Creatividad– para formar el Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación.
La Ley de Fomento del Cine Nacional no solo profesionalizó el sector sino que le dio un importante impulso. Así lo muestran las cifras ya que en los primeros 10 años de vigencia de la ley, el número de producciones aumentó un 300% y se pasó de estrenar una película cada 4 años a estrenar un mínimo de 4 películas por año. En 2013 se estrenaron 13, para el 2014 se esperaban 20.
Nuevos retos
Sin embargo, aunque se estén produciendo más películas ecuatorianas, el consumo nacional es menor ya que en el periodo de 2008-2013 las producciones nacionales contaban con un 3% de pantalla, pero para 2015, este porcentaje bajó a menos del 1%. Este es un claro resultado de tres factores.
Por un lado, existe una falta de políticas públicas que fomenten el consumo y la formación de públicos, siendo un claro ejemplo el fracaso de la iniciativa Territorios de Cine –creada en 2015 dentro del Sistema Nacional de Difusión Cinematográfica del entonces CNCine para proyectar películas nacionales en espacios alternativos del país con entrada gratuita– por el ineficiente relevo de información para un posterior estudio de audiencias.
Por otro lado, hay una falta de estabilidad institucional del organismo que vela por los intereses del cine ecuatoriano. Su constante transformación, que no siempre se hace en vistas de un mejoramiento de sus funciones, además de los constantes recortes presupuestarios –en 2016 el recorte fue del 59,6%–, hace que el trabajo del una vez CNCine, ICCA y ahora Instituto de Fomento a la Creatividad y la Innovación no sea el ideal y repercuta negativamente en las producciones que cuentan con su ayuda.
Finalmente, el público ecuatoriano sigue pensando al cine nacional como un cine de mala calidad, lo que hace que las posibilidades de recuperar los costos de producción en el mercado local de las películas hechas en Ecuador sean bajas ya que a la hora de invertir en una entrada de cine las producciones norteamericanas son las preferidas.
El recorrido del cine ecuatoriano, desde los primeros registros y las primeras proyecciones en 1906 hasta la muy esperada ley de cine cien años después, ha sido extenso y, si bien su sanción fue un logro importante ya que le dio vitalidad y oportunidad a la producción nacional, representa solo un primer paso para el fortalecimiento del sector. Lo que resta por hacer es todavía numeroso, el camino que queda es extenso y empedrado y el desarrollo es lento. Sin embargo, las esperanzas de un cine ecuatoriano se mantienen vivas.
Bilbiografía y Referencias
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